En esta época de San Isidro, queremos compartir contigo algunas de las curiosidades que dan sentido a Utopicus Francisco Silvela, un espacio lleno de referencias castizas y detalles con historia.
Un homenaje castizo a Madrid desde el diseño
Utopicus Francisco Silvela habla con acento castizo: suena a chotis, a verbena y a rosquilla. Más que un lugar de trabajo flexible es un recorrido por el Madrid de otra época.
Ubicado entre el bullicio de la Ronda de Francisco Silvela y el alma tranquila de La Guindalera, este espacio recoge el espíritu de ese "Madrid Moderno" que a finales del XIX construyó sus propios "hotelitos" con jardín, palomar y nombres con mucha guasa. Desde ese contexto nace este Utopicus: con ganas de recuperar la esencia de barrio castizo y a la vez mirar hacia adelante.

Lugares con nombre propio
Cada sala, cada rincón de Francisco Silvela tiene nombre y carácter propio. No es casual que contar con espacios con nombres como “El quinto pino”, “La rosquilla” o “La verbena”.
El Quinto Pino, un rincón en la primera planta, que explica el origen de esta expresión. Era un lugar real en el Paseo del Prado, donde plantaron cinco pinos alineados. El último marcaba el final del paseo, y con los años se convirtió en sinónimo de estar en las afueras, casi perdido. Que en una oficina exista un espacio con ese nombre tiene sentido: a veces, alejarse un poco del centro ayuda a pensar mejor.
La Rosquilla es mucho más que un dulce. En nuestro caso, una sala de reuniones, pero se trata de un símbolo de San Isidro, de las fiestas populares y de esa mezcla tan madrileña entre lo cotidiano y lo festivo. Hay rosquillas tontas, listas, de Santa Clara… pero todas tienen algo en común: son parte del imaginario colectivo de la ciudad.
La Verbena, por su parte, es una sala que nos lleva directos a la fiesta madrileña por excelencia. Con sus farolillos, barquillos, música y chotis, representa la cara más popular y compartida de la ciudad. Darle este nombre a un espacio de trabajo es también una declaración de intenciones: aquí se puede trabajar, alegre y colectivo de esa época.

Idoia Otegui: arquitectura con memoria
Todo este universo no existiría sin la sensibilidad de Idoia Otegui, arquitecta del espacio, que supo entender perfectamente el contexto. Su propuesta no fue replicar lo antiguo, sino reinterpretarlo: texturas que evocan verjas de hierro, balcones que recuerdan a los originales de madera y espacios que respetan la escala humana.
Lo castizo no tiene por qué ser rancio. Puede ser moderno, eficiente, sostenible. Y esto es lo que refleja el diseño de este Utopicus: respira historia sin dejar de mirar hacia adelante.
Un espacio para trabajar y sentirlo como tuyo
3.500m2 pensados para acoger empresas de todos los tamaños, con oficinas privadas, salas de formación, puestos flexibles y espacios comunes que invitan a quedarse.
Pero más allá de los metros cuadrados o los servicios, lo que hace especial a este espacio es su personalidad, no es una oficina más. Un espacio funcional, con identidad, que encaja con la manera en que queremos trabajar hoy.
Conócelo aquí.