Son las cinco de la tarde de un jueves de noviembre. Huele a pintura y a muebles nuevos. Hordas de empleados de distintos proveedores se arremolinan alrededor de Miguel Tello. Él les atiende a todos, uno a uno, con la paciencia de una persona que parece que no está gestionando la apertura de 10 espacios a la vez, aunque lo esté haciendo. Los proveedores colocan el mobiliario en su sitio, se despiden de él con amabilidad y se marchan. Miguel mira a su alrededor, y solo te das cuenta de que está contento si le miras de cerca.
Él es arquitecto de interiores especializado en retail. Es decir, en la venta al público. Ha trabajado con Springfield, Women’s Secret y Cortefiel tanto en España como en el extranjero (India, Siria, Argelia, Costa Rica, Iran…). Si le preguntas por qué ahora está haciendo espacios de coworking, bromea diciendo que “no lo sabe ni él”. De hecho, reconoce que su encuentro con Rafa de Ramón, nuestro CEO, fue “curioso”, cuanto menos. En realidad, debajo de esa apariencia afable y una modestia y humildad auténticas se encuentra un maestro tenaz en ofrecer una experiencia de usuario que deje marca. Y para él “al final somos retail. Al final estamos vendiendo nuestros espacios. Esto no deja de ser un escaparate”.
Pero escarbando en profundidad, el porqué de la unión entre su experiencia en tiendas y Utopicus se ve claramente cuando escarbamos en la historia de nuestra empresa: “la entrada a Utopicus siempre se hace desde un bar. A todos nos gusta. Para nosotros, el bar implica contacto con la gente de la calle, el contacto de Utopicus con la ciudad”. Ese impacto social, el querer contagiar de nuestro espíritu al mundo, implica el querer hacerlo atractivo desde fuera.
Pero es en lo que ocurre dentro donde Miguel se devana los sesos. Para él, imaginarse como distintos tipos de usuario del espacio es la clave para hacer de Utopicus un sitio donde quieras estar. Lo explica diciendo que “normalmente hacemos un customer’s journey desde la entrada con distintas tipologías de usuario: una persona que viene a entrar en el espacio por primera vez, una persona que viene a visitar un cliente, una persona que viene por un evento de manera puntual, una persona que pasa por la calle y a la que le llama la atención”…
El nuevo coworking es todos los tipos de espacios en uno
Distintas tipologías de usuarios demandan distintos tipos de espacios. Lejos queda lo que para Miguel es “el coworker clásico, el autónomo o uno o dos trabajando con su propia empresa. Todo el mundo tiene en su imaginario colectivo espacios como el de Utopicus Duque de Rivas, y esos espacios tienen su usabilidad. La comunidad allí se autorregula. Al final hay mucho silencio porque cada uno está trabajando su proyecto”.
Es decir, del espacio abierto con puestos flex o fix donde la comunidad se forja pasando horas compartiendo mesa ha dado paso a lo que consideramos que es el coworking corporativo, en el que “una startup que a lo mejor son 10 o 20 y necesitan salas de reuniones o proyectos, o la sede de una multinacional con una sede que tienen 30 tíos que necesitan conectar con el entorno”.
¿La solución? Mezclarlos ambos. Respetando, eso sí, necesidades básicas. “Por ejemplo en Príncipe de Vergara tenemos una zona de despacho, que sí que atiende a las necesidades de la demanda, pero luego a la vez tenemos espacios de espacio compartido en el que mantienes esas normas de funcionamiento, porque al final el espacio es de todos. No es un business center en el que tengo mi despacho y punto”.
¿Espacios abiertos u oficinas?
Hoy en día los titulares se lanzan en avalancha a desmontar la moda de los espacios abiertos, pero en realidad para nuestro arquitecto no existe una respuesta tan categórica: “lo que ha pasado durante muchos años es que de la oficina tradicional compartimentalizada, con cada uno en su despacho, se ha ido a la tendencia de los espacios abiertos, pero para muchas empresas ha sido ‘vale, voy a modernizar mi empresa: voy a hacer un Open Space’. Cuando haces eso, si no lo aplicas en las metodologías de trabajo, al final lo que ocurre es que tienes más ruido, más interrupciones, más distracciones, y no siempre funciona”.
Uno tiene que saber qué espacio necesita, y no todos los espacios funcionan para todas las empresas. “Al final, en nuestro caso, se trata de generar todas las tipologías de espacio. No puedes barrer con una misma solución para todos los metros cuadrados de oficina, porque cada departamento y cada persona tiene una función muy diferente“. Tampoco sirve de nada mezclar tipologías distintas de trabajo sin más, sin tener en cuenta criterios de usabilidad y convivencia. “Pero nosotros no conocemos al cliente final. Ese es el desafío: ofrecer la mayor diversidad de tipología de espacios posibles. Cuanto más podamos enriquecer nuestros espacios en ese sentido, más cubriremos todas las demandas”.
¿Es el usuario entonces el que define el espacio, o es el espacio el que define al usuario? “Buena pregunta”, titubea Miguel durante un segundo, pero luego no tarda en hablar desde su experiencia. “El usuario es el que define el espacio. Tenemos claro que cada cierto tiempo tenemos que hacer métricas del uso del espacio y medir el pulso de los cambios, y tenemos que hacer intervenciones en los espacios ya abiertos”.
Lo hablamos en la primera de nuestras Utopic Talks, y lo confirmó el estudio de Izaskun Chinchilla, arquitecta encargada de Utopicus Conde de Casal y Utopicus Clementina, apertura futura en Barcelona. Al final, los espacios son seres orgánicos, entidades con vida propia a las que hay que regar, cuidar y mimar más allá de su apertura. También, espacios que pensábamos que nos iban a jugar a la contra terminan dándonos sorpresas, como es el caso del edificio de Utopicus Plaça Catalunya, en el que hay distintas plantas de oficinas y puestos fix y una única planta de puestos flex con áreas de socialización comunes. A Miguel le preocupaba “el aislamiento por la estructura por plantas, y gracias a que tenemos la planta 1 como una zona más abierta, más pensada como la “plaza del pueblo” donde todo el mundo se reúne, es allí donde termina quedándose todo el mundo, y se conocen todos, se preguntan qué tal su día… pero en cambio el flex no tiene tanto éxito porque no tiene ese ambiente tan propio de coworking, al haber tanta actividad social en la primera planta. En cambio en Utopicus Príncipe de Vergara al haber esas zonas de espacios abiertos o de pradera hay gente trabajando y te genera ese ambiente de silencio y concentración tan propio del coworking”.
La curva de aprendizaje
La innovación siempre depende de un espíritu de aprendiz, de tomar como base las lecciones de cada proyecto y aplicarlos en los siguientes. En el caso de los Espacios Utopicus este aprendizaje además es doble, ya que para dotarlos de un toque único contamos con distintos estudios como Madrid in Love, CBRE… “Ahora estamos con muchos proyectos a la vez. En cada uno vamos incorporando nuevos conceptos. Por ejemplo, ahora estamos hablando de una zona de beauty o wellness, incorporar taquillas o duchas para un futuro running club…”. Cada inauguración es más aventurera que la anterior y cada nueva idea quiere dar un paso más allá. Esto, sumado al espíritu de las intervenciones que pretendemos hacer en los espacios ya estrenados, demuestra que nos aplicamos el cuento con honestidad, pero sin limitar nuestra ambición de querer llevar las cosas más lejos.
Más lejos y más a lo grande. Porque atención a lo que está por venir. “Príncipe de Vergara, a día de hoy es el espacio más grande, de 4000 metros cuadrados. Luego será Utopicus Gal·la Placidia. No es lo mismo las 100 personas que puede haber en Conde de Casal que 400 en Príncipe de Vergara que van a comer a la vez”. Y eso que ni siquiera mencionó Gran Vía.
En nuestro minidocumental le preguntamos a Miguel Tello cuál era su espacio favorito. Y él, en su máxima exigencia, nos dijo que su espacio favorito de Utopicus está aun por llegar. En el próximo año tendrá varios “hijos” entre los que elegir a su favorito. Nosotros auguramos que lo tendrá difícil.