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Cómo afrontar la vuelta a la rutina después de vacaciones

Health & wellbeing

Si hay algo que todos notamos antes o después cuando nos vamos de vacaciones es que tanto nuestra agenda como nuestro sistema nervioso se ‘relajan’. De repente, todas esas tareas que parecían esenciales para nuestra supervivencia dejan de serlo, y la prioridad es disfrutar de nuestro tiempo y de las personas con las que compartimos este deseado tiempo de ocio. 

En este artículo, Jana Fernández, experta en Bienestar y Descanso nos comparte cuatro consejos para afrontar la vuelta a la rutina después de las vacaciones.

1.    Prioriza: importante vs. urgente

Y esta es una de las primeras lecciones que debemos llevarnos desde los meses de verano al resto del año: priorizar aquello que es realmente importante y aquello que sabemos que nos hace bien; evidentemente no va a ser lo mismo que esas semanas de vacaciones en la playa, en la montaña o descubriendo nuevos destinos sin mirar el reloj, sin horarios, y sin compromisos que no nos apetecen, pero todos sabemos qué es lo que nos sienta bien y qué es lo que no, y es importante que prioricemos esas cosas durante el día. ¿Cómo? Haciéndoles sitio en la agenda. Sí, igual que apuntas todas esas otras tareas y ‘deberías’, apunta cada día el tiempo que vas a dedicar a hacer ejercicio, a comer tranquilo y sin distracciones, a jugar con tus hijos o a charlar con tu pareja. Apunta estas dos frases en un lugar donde las veas a bien:

“Lo que no está en la agenda no existe”
“Deja de vivir en la urgencia y dale prioridad a lo importante”

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2.    Vive con calma

El segundo gran aprendizaje que tenemos que llevarnos del verano es lo bien que cuidamos nuestro sistema nervioso autónomo. Te explico, el SNA es un mecanismo de adaptación del organismo para hacer frente a las distintas situaciones que surgen durante el día. Tiene dos ramas, la simpática y la parasimpática, que funcionan de forma complementaria, pero nunca a la vez. Quizás hayas escuchado la terminología anglosajona Fly or Fight, huye o lucha, para referirse a la simpática y Rest and Digest, descansa y digiere, para referirse a la parasimpática.

La rama simpática se activa cuando tenemos que hacer frente a una amenaza, y esto se traduce en distintos cambios fisiológicos: aumento de la frecuencia cardiaca, de la sudoración, y de la temperatura corporal, dilatación de las pupilas, concentración de la sangre en la zona del tronco para la protección de los órganos vitales, etc.  

Por otro lado, la rama parasimpática es la que se activa cuando no hay ninguna amenaza a la que hacer frente y, por tanto, nuestro organismo se puede relajar y dedicarse a funciones también importantes como dormir, hacer la digestión o reproducirse. 

Estos dos mecanismos, estas dos ramas, son exactamente igual de útiles y necesarias. En una situación ideal, la rama simpática, la de la alerta, se activa solamente en momentos puntuales en los que hay que hacer frente a una posible amenaza, entendiendo también como amenaza cosas de nuestra vida cotidiana, que pensamos que no son tan importantes, como un deadline para un informe, hacer la compra, contestar todos los mails y mensajes de WhatsApp, etc.  Si analizamos cómo es un día normal para cualquiera de nosotros, nos daremos cuenta de que está lleno de ‘amenazas’ que solamente están en nuestra cabeza.

El problema es que nuestro cerebro no distingue si realmente nuestra vida depende de ellas o no. Como consecuencia, la mayoría de nosotros vive en una constante simpaticotonía, es decir, una hiperactivación del sistema nervioso autónomo simpático. Esto es uno de los principales enemigos del sueño y del descanso, y también de nuestra salud general.

3.    Se productivo/a, haz mejor

Uno de los factores que nos lleva a caer rápido en esta hiperactivación es la productividad mal entendida. Evidentemente todos queremos ser productivos, todos queremos que el tiempo nos cunda, y todos queremos conseguir los mejores resultados en el menor tiempo posible. Para conseguirlo, a veces caemos en la trampa de la multitarea, ese salto constante con nuestra atención de una cosa a otra es muy adictivo (cada vez que cambiamos el foco atencional nuestro cerebro segrega dopamina), nos da la sensación de que estamos haciendo muchas cosas, pero eso no significa ser productivo; lo que estamos haciendo realmente es gastar nuestra energía y gastar nuestra capacidad de atención sin tener ningún resultado. 

“Ser productivo no es hacer más, sino hacer mejor”

Lo mejor que podemos hacer para no caer en la tentación de la hiperproductividad y de la multitarea es planificar muy bien lo que tenemos que hacer cada día. Como hemos visto antes, asigna a esas tareas un hueco en la agenda, y en la medida de lo posible, procura agrupar las tareas por su tipología. Nuestro cerebro emplea unas capacidades determinadas para hacer tareas de análisis, otras capacidades para tareas que tienen que ver con la comunicación interpersonal, otras capacidades para tareas que tienen que ver con el cálculo… si agrupamos las tareas por tipología vamos a facilitarle mucho el trabajo a nuestro cerebro y podremos optimizar las capacidades que necesitamos utilizar para cada una de ellas de una forma más eficiente y gastando la energía imprescindible. Además, puedes aprovechar algunos de estos bloques de tareas para moverte, como por ejemplo mantener reuniones informales de pie (así también las reuniones serán realmente productivas y no se perderá el tiempo en cosas que no son importantes, o realizar llamadas telefónicas mientras caminas por el exterior del edificio.

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Si además planificamos momentos de descanso y desconexión entre cada bloque de tareas (con 5 minutos con los ojos cerrados concentrados en nuestra respiración, por ejemplo, es suficiente) permitiremos que nuestro cerebro haga pequeños reseteos durante el día que le van a permitir, por un lado, recargarse de energía, y por otro, llegar a la hora de acostarnos con nuestro sistema nervioso autónomo más relajado.


4.    Hay vida más allá de la oficina

Life is bigger than the court. Hay vida más allá de la pista o, en nuestro caso, de la oficina. Roger Federer, el mejor tenista de la historia, compartió este consejo con los alumnos de la Universidad de Dartmouth en su discurso de graduación: “Incluso cuando estaba empezando, sabía que el tenis podía mostrarme el mundo... pero el tenis nunca podría ser todo mi mundo. Incluso cuando estaba entre los cinco primeros del ranking... para mí era importante tener una vida... una vida gratificante, llena de viajes, cultura, amistades y especialmente familia... Nunca abandoné mis raíces, y nunca olvidé de dónde vengo... pero tampoco perdí nunca el apetito por descubrir el mundo”.

Es uno de los mejores consejos que podemos aplicar en nuestro día a día: solamente si cuidamos todas las facetas de nuestra vida, podremos ser productivos y tener una vida laboral plena. Así que asegúrate de que en esa agenda en la que vas a colocar las tareas importantes de trabajo, también haya hueco para practicar ejercicio, tener una buena higiene del sueño y cultivar tus relaciones sociales.
 

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