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La cohesión como base para el éxito de los equipos

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Innovación Organizativa

De ordinarios a extraordinarios: la cohesión como base para el éxito de los equipos 

Seguro que tienes en mente algún equipo extraordinario, en el que todo fluye de manera natural y parece que hasta los desafíos más complicados se resuelven de forma sencilla. Independientemente del talento y el esfuerzo individual de sus miembros, la clave del éxito en estos casos reside en la cohesión, la capacidad de conseguir que todas las piezas estén en su lugar y encajen como un engranaje perfecto.

Conseguirlo no es en absoluto una tarea fácil, por eso en este blog te presentamos algunos de los consejos que aprendimos de Rosa de la Morena en su Masterclass sobre Cohesión de Equipos, y que te ayudarán a alcanzar resultados excepcionales. 

 

  • Falta de confianza:

La falta de confianza en el resto del grupo nace de nuestra escasa predisposición a ser vulnerables. Estamos acostumbrados a asociar la vulnerabilidad con la debilidad, y, por tanto, a esconderla. Dejamos de mostrar nuestras posibles áreas de mejora, nos encerramos en nosotros mismos y dejamos de confiar en los demás. De la misma manera, el resto nos empieza a percibir cada vez más lejanos e individualistas y dejan de confiar en nosotros.

  • Temor al conflicto:

Cuando escondemos los problemas, no se generan oportunidades para atajarlos. Todas las conversaciones son demasiado correctas y con un contenido neutral y suave, como no hay confianza, nadie quiere ser la nota discordante.

Es importante aprender a diferenciar entre conflicto y enfrentamiento. El conflicto nos permite afrontar posibles discrepancias o errores, y es una oportunidad para construir, no para destruir. Huir del él significa huir de conversaciones enriquecedoras, que ofrezcan puntos de vista diferentes y nos hagan crecer como grupo.

  • Falta de compromiso:

¿Cómo me voy a comprometer de verdad con algo, si por evitar el conflicto soy neutral con todo?

Cuando dejo de manifestar mi punto de vista, termino generando irremediablemente un conflicto interno, que me aleja del resto del equipo. Comprometerse realmente con algo, implica una elección libre y voluntaria por alcanzar unos objetivos, por los que estoy dispuesto a invertir mi tiempo, esfuerzo y recursos. Si no defiendo mi postura, o no elijo qué hacer con plena libertad, pierdo la motivación y la pasión por el proyecto y la energía y la fuerza se disuelven.

  • Evitar las responsabilidades:

Y ¿Cómo me voy a hacer responsable de algo con lo que no estoy comprometido?

Cuando no me siento realmente parte del equipo, dejo de pensar en él y empiezo a pensar sólo en mí. Es entonces cuando se activa el modelo de pensamiento reactivo. De esta forma, todo mi pensamiento se centra en mi círculo de preocupación, sólo veo problemas, y mi círculo de influencia, que engloba aquello sobre lo que tengo capacidad para decidir, se va estrechando. Todo me empieza a resultar incómodo y siento que cada vez hay más cosas que se escapan de mi alcance.

La responsabilidad no es sólo la capacidad para asumir la parte que me toca, también lo es para responder a las necesidades que tiene el equipo. Entender qué necesita el grupo de nosotros en cada momento y orientar nuestra actividad hacia esas necesidades nos ayuda a reducir nuestro círculo de preocupación y a aumentar nuestra área de control.

Círculo de la preocupación vs influencia

 

  • Falta de atención a resultados:

Cuando empezamos a pensar en nosotros y sólo en nosotros, nos olvidamos de nuestras responsabilidades, y, por tanto, del equipo. Para evitar que esto suceda, debemos reactivar nuestro pensamiento sistémico, entender que el todo es mucho más que la suma de las partes. Si no hay un objetivo claro sobre el que caminar todos juntos, nunca podremos obtener buenos resultados.

Además, debemos ampliar nuestro enfoque y dedicar tiempo a nuestros compañeros. Es importante conocer bien sus talentos y necesidades para poder encajar todas las piezas y conseguir que el engranaje funcione correctamente.

Estos cinco factores están basados en las disfunciones de Patrick Lencioni y se disponen en forma de cadena, en la que cada uno depende del anterior y simplemente con que un eslabón falle, afecta a todo el conjunto. Para evitar que esto suceda, es fundamental tomarle la temperatura al equipo con regularidad, de forma que se puedan identificar y corregir las disfunciones antes de que se extiendan.

Puedes volver a ver la Masterclass de Rosa de la Morena sobre este tema, en el siguiente enlace  

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